sábado, 30 de enero de 2010

CAPITAL SOCIAL


Desde que Robert D. Putnam hizo sonar la alarma con su libro “Solo en la Bolera” son muchos los que se han preocupado por el capital social y por los beneficios que genera. El capital social podría definirse como los lazos o relaciones entre personas u organizaciones, ¡pero eso si! solo cuando estos lazos o relaciones tienen un efecto real y no son un mero sentimiento compartido.

A partir de aquí podemos intuir el valor que tiene una agenda para un ejecutivo, el valor de los contactos para un joven que busca empleo, el valor de las buenas relaciones para un emprendedor que busca clientes, proveedores o socios, o en definitiva el valor de “lo social” para cualquier persona que busca algo que esta inmerso en lo social”.

Para el mencionado autor, los lazos sociales eran el indicador más poderoso de satisfacción en la vida, incluso llegó a calcular que casarse equivaldría a cuadruplicar los ingresos e ir de forma regular a las reuniones de alguna asociación sería como doblarlos… algo, cuando menos curioso.

En contextos donde abundan las relaciones se suelen obtener mejores resultados simplemente por que la ausencia de individualidad condiciona “todo” en función de “todos” y las potencialidades se multiplican. Sin embargo el capital social no solo repercute en quien lo tiene sino también en quien no puede disfrutarlo, la ausencia de capital social se suele traducir en un menor número de oportunidades para acceder a cualquier tipo de recursos (información, clientes, empleo, socios, proveedores etc) y a la postre en una situación de desventaja social.

Es difícil entender desde un contexto holista y sistémico interaccional como la tendencia suele ser a la baja, es decir, ¿Cómo es posible que existan tendencias individualistas una vez demostrada las bondades del modelo del capital social? Puede ser que no queramos, sepamos o podamos generar capital social, en cualquier caso podemos pensar que la cuestión debe estar oculta tras esa eterna dicotomía entre lo social y lo individual.

Putnam nos alerta sobre un posible debilitamiento del compromiso y participación ciudadana en las próximas décadas, sobre la tendencia a la baja de lo social frente al alza de lo individual. Una sociedad queda definida por “lo social”, en base a la cantidad de relaciones efectivas que se producen en su seno, sin embargo, “el ser” aun siendo social, pede tender hacia lo individual provocando, a la larga, un proceso destructivo en si mismo. Individuos y organizaciones están abocados hacia lo social mientras necesiten de lo social para sobrevivir.

El capital social está en cada actor (persona u organización) porque la interacción entre actores es también una interacción entre sus recursos. A medida que crece lo social, lo relacional, aumenta el capital social constituyéndose este como valor inapreciable en nuestra cultura. En este sentido, el debilitamiento apuntado por Putnam, de ser real, es preocupante, sin embargo, puede llegar a ser, como cualquier otro problema, el principio de su solución. En cualquier caso pienso que más que una tendencia hacia lo individual, hoy día estamos presenciando, un cambio hacia un nuevo modelo relacional. ¡no somos menos sociales que hace varias décadas sino socialmente diferentes!

Tomado de: Social Colligati
Categorías: relaciones informales · trabajo en red
Etiquetado: capital social, Robert Putnam

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